sábado, 10 de noviembre de 2012

SANADOR POR NATURALEZA...


 






Todos mis cuentos e historias se relacionan con hechos acaecidos entre cirujanos y pacientes humanos pero no puedo dejar de contar una simple pero muy potente historia que me tocó observar hace poco tiempo. Un cercano pariente mío, muy querendón de su hermosa familia, se hizo de una perra a la que bautizaron Blanca y que él acogió como mascota para la familia. Con ello pretendía enseñarle a sus hijos lo hermoso que es el cariño que se puede llegar a sentir por los animales y cómo este afecto resulta mutuo pues éstos también aprenden a amar y respetar a su amos. Varios años pasaron y  Blanquita creció rodeada de afecto y cariño. Pero como las cosas en este mundo suceden y no son previsibles, el animal comenzó a mostrar signos de enfermedad por lo que el amo mayor lo llevó a un veterinario quien diagnosticó un avanzado cáncer y no dio muchas esperanzas. Además le fue detectada una severa diabetes por todo lo cual Blanquita se deterioraba cada día ante los ojos de todos quienes la amaban. Propuso como alternativas terapéuticas el manejo acucioso de su diabetes con régimen e insulina y una operación quirúrgica para extirpar la mayor parte posible del proceso tumoral, cosa que se hizo con iniciales buenos resultados. Pero las cosas comenzarían a empeorar pronto al producirse una apertura de la herida abdominal con infección y abundante secreción purulenta. Fue ahí que el amo se hizo cargo total del manejo de las complicaciones y, con  gran dedicación, comenzó a curar las heridas abiertas e infectadas con lavados cuidadosos y aplicaciones de miel dos veces al día durante un largo mes, cubriéndolas con gasas estériles y protegiéndolas con el uso del cono protector que se pone rodeando la cabeza del animal para que no se lama las heridas. Además la diabetes se mantenía parcialmente compensada. Cual no sería mi sorpresa cuando al visitarlos un día y preguntar por el estado del animal, a quien yo suponía que ya habría sido sacrificado dada la naturaleza de su enfermedad, me llevan a donde se encuentra y veo una perrita que muestra una evidente mejoría de su estado general : ha subido de peso, se muestra viva y alegre, bien hidratada, con sus mucosas rosadas y sus heridas casi totalmente cicatrizadas si bien persisten tumores palpables. Todos saben que llegará el día en que ha de ser sacrificada pero la alegría que produce verla alegre, reconocedora y animada, con sus heridas cicatrizadas es realmente esperanzador y no cabe duda que ello se debe al cuidado acucioso y cariñoso que una persona hizo con mucha fe y cariño para aliviarla de sufrimientos y poder postergar al máximo la necesidad de pensar en sacrificarla.