Historia de Cirujanos y Lujuria
Diciembre de 1970
Todo comenzó de la manera más inocente y trivial que uno pudiera imaginar. Una
sala de operaciones espléndidamente iluminada, las enfermeras y los jóvenes
médicos aplicados en el devenir del procedimiento. Un paciente plácidamente
acomodado bocabajo. El abordaje nítido para columna columna lumbar. El cirujano en jefe
ensimismado en la meticulosa labor de liberar raíces nerviosas. Y la exclamación
que ahora, a la distancia de este recuento, se tornó en absolutamente
inoportuna: -Asómense, y observen, una raíz nerviosa bífida -caso
sumamente raro-. Una entre quien sabe cuántos casos -dijo,
emocionado.
Y entonces la doctora
N., anestesióloga, excelsamente guapa, 34 años, madre esplendida de 2
pequeñajos, esposa modelo del doctor R. -amigo cercano del cirujano en jefe-,
acercó un banco de altura justo detrás del cirujano, subió a él (al banco, no al
cirujano), colocó una mano en el hombro del doctor, aproximó su cuerpo a la
espalda y su rostro al del jefe. –No veo bien- exclamó. Y repitió todo
lo que he mencionado, pero estrechándose los cuerpos hasta hacerse uno solo,
hasta volverse una sola unidad. Y se prolongó la explicación abundando en
detalles, y la hasta ese instante firme mano del cirujano, fue invadida por un
espantoso temblor, y se estremeció su cuerpo al sentir el aroma de la hermosa
doctora, y el roce en las mejillas, y la voz cercana al oído, y los pezones que
como dagas amenazaban con perforar su espalda. Y jamás volvió a ser todo como
antes. Hubo excesos al inicio: cirugías largamente retardadas con amplias y
explicitas cátedras demostrativas, y decenas de rarezas que ameritaban la
observación minuciosa, hasta el vicio: donde procedimientos verdaderamente
comunes daban pie a extensas divagaciones. Siempre con la ansiada cercanía de la
doctora, siempre con la proximidad de aquel cuerpo hermoso y joven, siempre con
el beneplácito del resto de los concursantes, siempre con la jovialidad del
cirujano en jefe, y siempre con la oportunísima presencia de aquel banco de
altura que, notablemente, se había convertido en el más ruin de los cómplices.
1 comentario:
Seguiré escribiendo más experiencias vividas de las que algunas llegan a ser increíbles. Ojalá guste. Me agradaría leer un comentario de algún interesado. Gracias.
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