viernes, 5 de octubre de 2012

NOCHE DE HORROR Y DE SORPRESA

NOCHE DE HORROR Y DE SORPRESA.

Mayo, 1950

Obrero salvó de morir

 

 


 
Nada hacía presagiar una noche tormentosa.El turno se había constituido a las 21 horas como era lo esperado y nos reunimos en la sala de médicos de la Casa Central de la Asistencia Pública de Santiago, ubicada en ese tiempo en calle San Francisco 33, para informarnos de las novedades. No las había más allá de las habituales. Luces fluorescentes inundaban el estar con ese tono propio mortecino.Cada uno ocupó su lugar, se impartieron las órdenes pertinentes por parte del Jefe de Turno y nos preparamos a beber una taza de café antes de iniciar las visitas respectivas. No había transcurrido mucho tiempo cuando desde la entrada al recinto asistencial se perciben ruidos y quejidos. Rápidamente uno de nosotros, naturalmente el interno más joven, se acerca al acceso principal y al ver lo que sucedía emite un grito gutural y luego retorna a la sala de médicos : Un accidentado!, grita con cierta desesperación. Nos dirigimos a la entrada y pudimos observar a dos sujetos que traían una barra metálica cromada, la que apoyaban sus extremos en sus hombros. Al medio de ella se podía ver a un hombre joven quien, atravesado por dicha barra en el tórax derecho, colgaba en el aire moviendo brazos y piernas y emitiendo gritos de dolor. Mientras el herido era trasladado a un pabellón de operaciones, se comprobaban sus signos vitales los que no estaban significativamente alterados. Una vez en la sala quirúrgica, se colocó al herido en la mesa operatoria recostado sobre su lado izquierdo y se instalaron las vías venosas necesarias. No habían cambios en su pulso, respiraciones ni presión arterial (todavía). Llamamos al Jefe de Turno para pedir instrucciones sobre qué debíamos hacer. Su respuesta fue : Ya saben; preparen un campo quirúrgico con yodo y paños estériles y me avisan. Cuando eso estuvo listo, fue informado. Llegó y comenzó, junto con nosotros, sus ayudantes, a intentar sacar el tubo metálico, traccionándolo de uno y otro extremo sin resultado alguno. A todo esto las condiciones del paciente comenzaban a deteriorarse y en nosotros se intensificaban las tensiones al ver que no lográbamos el objetivo. Por más que se tiraba del fierro, no se lograba extraerlo. Se llamó al electricista de turno para cortar los trozos de la barra de tal manera de permitir recostarlo boca arriba y así intentar un abordaje quirúrgico mas a todo esto el paciente seguía comprometiéndose y su pulso era débil y su presión se encontraba baja. Nada más pudimos hacer y a pesar de todo el paciente falleció. Interrogamos a los amigos que lo habían traído a la Posta y ellos contaron lo siguiente : Hubo un accidente de tránsito en calle Cóndor con San Francisco con participación de un micro que volcó. A consecuencia de ello, una barra de las que sirven de apoyo a pasajeros atravesó de lado a lado al paciente.Como veían que una ambulancia tardaba mucho, decidieron cargarlo ellos mismos tomando los cabos del fierro y, como estaban a pocas cuadras de la Posta, llevarlo colgado hasta el recinto asistencial.

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